Artículo de opinión de José  Agustín Arrieta, presidente de AGIJUPENS:Asociación Guipuzcoana de Jubilados y Pensionistas, UDP Guipúzcoa, sobre la crisis del coronavirus
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«Esperanza ante la pandemia», por José Agustín Arrieta, Presidente de UDP GUIPÚZCOA

Opinión

ESPERANZA  ANTE  LA  PANDEMIA

«Es fundamental ganar la batalla a la soledad, al miedo, al abandono y hasta el adiós sin despedida. Sin lugar a dudas, todas las guerras se pierden. Seguiremos con el esfuerzo y el trabajo solidario, impulsando una política más social. No podemos quedarnos ni ahora ni después de brazos caídos. No es momento de melancolías, sino de seguir adelante, remando juntos, arreglando entuertos y no perdiendo la esperanza en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y respetuosa con la naturaleza».

Por José Agustín Arrieta, presidente de AGIJUPENS:Asociación Guipuzcoana de Jubilados y Pensionistas, UDP Guipúzcoa

He quedado emocionado de cómo va respondiendo la gente en esta casi larga cincuentena de lucha contra el coronavirus: con solidaridad y con esperanza. Excepciones habrá habido, pero la tónica general ha sido de ofrecer cercanía (en su medida, cómo no), aplausos, seguir estando en casa, ofrecer servicios voluntarios y gratuitos de una manera `presencial u online. Hemos repetido muchas veces que el personal que trabaja en el área de la salud como de otros servicios públicos ha sido y sigue siendo ejemplar. No creo mucho en las ideologías y en cambio cada vez más en las personas de cualquier color. Cuando todo esto termine habrá tiempo para reflexionar y evaluar, ahora lo importante es erradicar el bicho y salvarnos. 

El gran pintor bielorruso Marc Chagall (1887-1985) afirmó: “Mientras tengamos vida, debemos pintarla con nuestros propios colores del amor y de la esperanza”. Ciertamente, lo que da color a la vida es el amor y la esperanza. Son las dos grandes fuerzas de nuestra existencia. Sin ellas la vida humana carece de sentido y no merece ser vivida. Igual le parecerá un optimismo infantil ante tanto descalabro y fallecimientos, pero al final y definitivamente, la vida vencerá a la muerte porque Alguien nos acogerá, porque el amor será más fuerte que el odio y la luz que las tinieblas.

Aunque se está viendo la luz al túnel, sin lugar a dudas está resultando triste y pavoroso. Se nos están yendo una de las generaciones que levantaron nuestra sociedad, con trabajo y esfuerzo, con aguante y dignidad, de una manera paciente y activa, sacando a flote a la familia en tiempos de penuria, hacinamiento y racionamiento. Han vivido  la guerra civil (1936-1939), la II Guerra Mundial (1939-1945) y esta última del coronavirus (2020). 

No podemos aceptar la cultura del descarte de los malheridos y vulnerables que son nuestras abuelas y abuelos. Qué buenos los aplausos por toda la gente entregada para los demás y sobre todo ser prójimos de la llamada cuarta edad, de los de más de 80 años. La mayoría de ellas y ellos han vivido entre guerras crueles.

Es fundamental ganar la batalla a la soledad, al miedo, al abandono y hasta el adiós sin despedida. Sin lugar a dudas, todas las guerras se pierden. Seguiremos con el esfuerzo y el trabajo solidario, impulsando una política más social. No podemos quedarnos ni ahora ni después de brazos caídos. No es momento de melancolías, sino de seguir adelante, remando juntos, arreglando entuertos y no perdiendo la esperanza en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y respetuosa con la naturaleza. 

Reconozco que vivimos en un mundo económico y productivo que algunas veces parece un mundo salvaje: la clave de los derechos humanos es defender la dignidad de cualquier persona y más con la gente más débil. La peor pandemia es la deshumanización en nuestros corazones y en nuestra sociedad. No quisiera que el tren del individualismo, del consumismo y de la insolidaridad volviera a tomar la velocidad de crucero. 

José  Agustín  Arrieta, presidente de AGIJUPENS: Asociación Guipuzcoana de Jubilados y Pensionistas