Hacia la jubilación participativa

Tras la jubilación, se abre un periodo que puede ser de más de 20 años, en el que a menudo cuesta reubicarse y aprovechar al máximo el tiempo. Para Phillip Newman, del Instituto Nacional sobre Envejecimiento de Estados Unidos, «el tiempo de jubilación debe ser replanteado en las sociedades modernas. La demografía nos impulsa a crear un nuevo concepto para este periodo vital».

Caminamos hacia sociedades envejecidas, donde los porcentajes de gente jubilada son cada vez mayores en relación con la población activa. Hoy en España la población activa (susceptible de trabajar) es de 22 millones de personas. Y tenemos una población de jubilados que supera los 8,5 millones. Cada año se jubilan en España más de 100.000 ciudadanos, mejor formados, más saludables y con unas expectativas vitales diferentes al de las generaciones anteriores.

Pero los ciudadanos no estamos preparados para afrontar en las mejores condiciones esta nueva etapa. El último Informe Mayores UDP (I y II) publicado en enero de 2016 deja datos interesantes a este respecto. Tres de cada cuatro mayores (76,2%) consideran útil y necesario preparar a las personas para la jubilación, pero, en general, los mayores consultados se consideran desatendidos a la hora de prepararse para este tiempo. Tres de cada cuatro afirman que no recibieron ninguna ayuda de los sindicatos para prepararse a la jubilación (74,6%), lo mismo opina el 61,1% respecto a sus empresas, y el 56,6% sobre las Administraciones Públicas.

Para el presidente Nacional de Unión Democrática de Pensionistas, UDP, Luis Martín Pindado, «resulta necesario que los ciudadanos reciban orientación y formación sobre las muchas posibilidades que se abren en este periodo. Obviamente no se trata de condicionar o de obligar a nadie, pero sí de facilitar el conocimiento y el acceso a las diferentes formas de desarrollo personal y participación social de que dispone la sociedad», declara Pindado.

La participación es uno de los aspectos esenciales en este nuevo planteamiento que reclama el doctor Phillip Newman. «En un futuro próximo, con unas sociedades más envejecidas, será más difícil asumir económica y moralmente, que grandes contingentes de ciudadanos accedan a la jubilación y dediquen todo su tiempo únicamente a actividades de ocio. La participación en actividades que retornen beneficios a la sociedad se irá imponiendo como una necesidad».

Este nuevo concepto no tiene porqué ser traumático, ni tampoco debe interpretarse como una pérdida de derechos por parte de la población que accede a la jubilación. Según el psicólogo Manuel Nevado «la jubilación puede comportar en ocasiones efectos negativos en las personas: inestabilidad emocional, problemas de pareja (muchas personas comienzan a separarse después de la jubilación), problemas de ansiedad, sensación de estar fuera de lugar combinado con sentimientos de injusticia, impotencia y frustración que acaban afectando a la autoestima. Y un aspecto curioso, comienza a generarse malestar cuando escuchan la palabra jubilado, pues esta palabra tiende a generar rechazo”, señala Manuel Nevado.

Estos efectos negativos de los que habla Nevado no se producen en los casos en que las personas mantienen su actividad, se reincorporan a nuevas formas de participación o continúan desarrollando un rol social útil y productivo. Es una nueva concepción, donde la jubilación supone un paso más en el desarrollo humano, y una oportunidad de desarrollar talentos y capacidades que quizás la vida laboral no dejaba crecer.

Los datos del último Informe Mayores UDP sobre la jubilación, de enero de 2016, corroboran, además, que los mayores ven con buenos ojos este concepto de jubilación participativa. El 85% de los consultados opinan que los jubilados deben dedicar parte de su tiempo a mejorar la sociedad o los entornos en los que viven. Además, el 35,7% afirman que es un periodo de emprender nuevas iniciativas y conocer nuevas gentes.

Pero para aprovechar y canalizar convenientemente estos deseos de mejorar la sociedad hay que fomentar la cultura de la participación, que en España es escasa. Fomentar esta cultura en el tiempo de jubilación, sí, pero también mucho antes, desde la escuela.

Para el presidente de UDP, «dos palabras son esenciales en este discurso hacia la jubilación participativa: información y formación. Los ciudadanos deben conocer mejor las opciones de participación existentes, pero también deben aprender a crear y mantener organizaciones o entidades de todo tipo, que les permitan poner en marcha iniciativas en beneficio de la sociedad».

En este camino hacia una jubilación más participativa todos estamos llamados a encontrarnos: los jubilados como forma de desarrollo y realización personal; el resto de ciudadanos por los beneficios que reporta esta participación a la sociedad; y las administraciones porque aprovecharán más y mejor el potencial de sus ciudadanos jubilados.